Fuente: Clarín
REVELACION DE EXPERTOS EN CEFALEAS REUNIDOS EN UN CONGRESO INTERNACIONAL El dolor de cabeza afecta a la mitad de la población y el 90 % se automedica
Médicos de 65 países advirtieron sobre los riesgos de la automedicación.
HANS-CHRISTOPH DIENER. PREMIADO POR SUGERIR OTRO USO PARA LA ASPIRINA.
Un dato preocupante para algunos, una especie de “mal necesario” para otros. En cualquier caso, una realidad innegable con la que la ciencia -y los hombres y mujeres de a pie- debe convivir. La automedicación fue uno de los ejes centrales de debate del 13er. Congreso de la Sociedad Internacional de Dolor de Cabeza, que se desarrolla en Estocolmo, y lo fue a partir de un dato elocuente aportado por uno de los panelistas del simposio alusivo: la mitad de la población mundial padece dolor de cabeza o lo padeció al menos una vez en el último año, y de ellos, alrededor del 90 por ciento se automedica.
“No se trata de decir si está bien o está mal, porque en general la gente toma decisiones adecuadas cuando intenta resolver su dolor de cabeza -explicó Timothy Steiner, doctor en fisiología de la Universidad de Londres, con 25 años de experiencia en medicina de la cefalea y responsable de divulgar el dato del comienzo de la crónica-; el asunto es cómo cada uno se automedica y quién influye sobre él ante esa situación”.
De éste Congreso, participan profesionales de la medicina y periodistas de 65 países. Si bien no hubo unanimidad respecto de la definición de automedicación (para algunos expositores es sólo el consumo de productos de venta libre sin indicación médica; para otros, el uso de cualquier medicamento no prescripto, de venta libre o no), sí hubo coincidencias sobre la especificidad del dolor de cabeza para entender el porqué de la recurrencia rápida y sin consulta a un remedio que alivie. “Lo único que quiere el que está sufriendo es que se le pase rápido, y como no hay tantos médicos como pacientes es lógico que uno recurra a un analgésico”, consideró el doctor Zaza Katsarava, neurólogo de la Universidad de Essen, en Alemania.
Katsarava, cuya enorme cabeza calva invitaba al chiste fácil del “puré de aspirinas” ante un eventual dolor, habló de los riesgos de que la cefalea se haga crónica si se combinan inadecuadamente más de dos drogas, y añadió que, aunque no la recomendaba porque podía ser problemática, había que admitir la existencia de la automedicación y acompañarla del mejor modo.
“Un estudio reciente dice que un médico tarda en promedio 18 segundos antes de interrumpir a su paciente -dijo mientras estallaba el auditorio-. Si además de ser pocos, no escuchamos…”. Steiner, en cambio, consideró vital el papel de la publicidad y del entorno de cada persona a la hora de informarse: “Muchos chicos y adolescentes se automedican y es clave que cuenten con datos elementales para añadir a su experiencia personal”.
Aspirina, paracetamol (las dos más usados), ibuprofeno o lo que fuera. Lo cierto es que, más allá del enorme negocio que significa la venta libre, son los propios laboratorios los que abren el juego para la discusión: el simposio titulado “Resolviendo el dilema del dolor de cabeza; la importancia de la automedicación” contó con el auspicio de la firma alemana Bayer, cuyo principal producto, como todo el mundo sabe, es la célebre aspirina.
Fue en ese contexto que se habló de “beneficios” de la automedicación (el italiano Paolo Marteletti, catedrático de la Universidad Sapienza de Roma, elogió la eficacia, el bajo costo y la rapidez “sin necesidad de receta”), pero también de riesgos, como los planteados por Katsarava en términos de dosis demasiado bajas o altas o de inconstancia de quien se autorreceta.
¿Conviene o no conviene automedicarse? ¿Cuán intenso es el dolor? ¿Es o no es una migraña? ¿Cuál es mi experiencia en estos casos? ¿Qué beneficios me traería automedicarme? ¿Qué daños podría ocasionarme? ¿Qué medicación tengo disponible? ¿Me quedará suficiente para la próxima? ¿Cuán importante es lo que me pasa hoy? Son nueve preguntas planteadas por el doctor Steiner que no está de más hacerse ante cada episodio. La respuesta, parece, no la tiene la ciencia. Está en cada uno.